Lisboa, luminosa y melancólica
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Esplendor melancólico de Lisboa al borde del estuario del Tajo. (Foto Deensel / CC BY 2.0)

por Pilar VALERO

Lisboa, 25 septiembre 2018 (LatinReporters.com) - Puede que su luminosidad y un cierto aire melancólico, no en vano es la cuna del fado, es lo que hace a Lisboa tan atractiva y que como pocas, más allá de sus atracciones turísticas toca los sentimientos del viajero.

La capital más occidental de Europa ha logrado conservar su esencia tradicional y una fuerte personalidad marcada por la impresionante desembocadura en el Atlántico del río Tajo, de donde partieron los descubridores portugueses del nuevo mundo en el siglo XV.

Se dice que las mejores cosas de la vida son gratis y una de ellas es disfrutar de largos paseos por el bien conservado casco antiguo de Lisboa con el centro neurálgico desde la Plaza del Rossio a la Plaza del Comercio, repletas de cafés y terrazas al aire libre donde los portugueses se mezclan con los turistas en una bulliciosa vida callejera que sin embargo no transmite estrés.

Los tranvías de Lisboa están muy asociados a la imagen de la ciudad. (Foto Pilar Valero)
También sentarse a contemplar la vida portuguesa en la arbolada Avenida da Liberdade, uno de los escenarios históricos de la romántica Revolución de los Claves que liquidó la dictadura salazarista en 1974 y que se conmemora todos los años con un desfile en este elegante bulevar a los acordes del himno “Grândola Vila Morena”.

Desde el Castillo de San Jorge subiendo en el emblemático tranvía a una de las colinas que rodean la capital de Portugal impactan las vistas de toda la ciudad y el río Tajo atravesado por el mítico puente colgante 25 de abril, especialmente con la luz dorada del atardecer.

El puente 25 de Abril atraviesa el Tajo. (Foto Pilar Valero)
Preciosos edificios antiguos reconvertidos en centros culturales, hoteles, restaurantes o locales de moda muestran también las nuevas tendencias y la efervescencia de Lisboa.

El Chiado y el Barrio Alto son ahora los lugares de moda con originales locales de ocio nocturnos como la “Pensión del Amor” un antiguo y decrépito prostíbulo para marineros transformado en un espacio de expresión artística y de copas, cuyo éxito entre el público joven lo atestigua una larguísima fila para entrar.

En el Museo del Azulejo, panorámica de Lisboa anterior al terremoto de 1755. (Foto Pilar Valero)
Entre numerosos e interesantes museos, es muy recomendable la visita al Museo del Azulejo, instalado en un antiguo convento con un relajante jardín interior y que alberga preciosas composiciones, entre ellas una panorámica de Lisboa anterior al terremoto de 1755, que causó la destrucción casi total de la ciudad.

Sin olvidar los placeres de la comida y la bebida de la rica gastronomía local. El plato estrella, el bacalao, se prepara, según presumen en Portugal, de 365 maneras, tantas como los días del año, así que hay para elegir. Una delicia regada por el refrescante vinho verde y para finalizar con el dulce porto o un chupito de ginjinha, un licor de guindas mezcladas con aguardiente.

En Lisboa, un verdadero palacio de las sardinas portuguesas. (Foto Pilar Valero)
Frente al monumental Monasterio de los Jerónimos y pegados al río, coquetos restaurantes son un placer para comer especialidades marineras, con buenas vistas.

Y una golosa parada muy peligrosa para la línea es la famosa fábrica de los pasteles de nata de Belém, elaborados con hojaldre y crema, que aunque son originarios de este lugar a orillas del Tajo, ahora se venden en numerosas pastelerías por toda la ciudad.

Pasteles de nata. (Foto Pilar Valero)
Apenas a media hora de tren desde Lisboa, la bella ciudad de Sintra, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, merece una excursión para admirar sus palacios de cuento, villas y exuberantes jardines con fuertes cuestas que obligan a estar en forma.

O acercarse a Cascais una antigua localidad de pescadores, donde se dice que Ian Fleming inventó a James Bond, y ahora es un popular destino de playa y paseos por la costa desde la que se puede llegar caminando a Estoril.

El Palacio da Pena, en la ciudad de Sintra, a media hora de tren desde Lisboa. (Foto Pilar Valero)
Para entender el alma portuguesa hay que acudir a alguno de los locales tradicionales del barrio de Alfama y disfrutar de un espectáculo de fado, canción melancólica que refleja el desengaño amoroso, la añoranza o la vida de los barrios humildes.

Por todos estos atractivos y muchos más, Lisboa seduce y deja el deseo de volver.

Lisboa: el Monumento a los Descubrimientos. (Foto Pilar Valero)
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