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Venezuela y disidentes, actores también de una cumbre “histórica”
Cumbre de las Américas: encuentro…y duelo Obama-Castro
 

  

 
Se espera en Panamá un encuentro entre Barack Obama y Raúl Castro más substancial que este breve estrechamiento de mano en los funerales de Nelson Mandela, el 10 de diciembre de 2013 en Johannesburgo. (Captura de pantalla)

por Christian GALLOY
 

MADRID / PANAMÁ, 9 de abril de 2015 (LatinReporters.com) – Por ser la primera en acoger a Cuba, la VII Cumbre de las Américas, del 10 y 11 de abril en Panamá, se convierte en “histórica”. El acercamiento cubano-estadounidense anunciado en diciembre será simbolizado por el encuentro muy esperado entre los presidentes Raúl Castro y Barack Obama. Pero su duelo ideológico no está cerrado.

La prueba es que varias decenas de disidentes cubanos, invitados con la bendición de Washington por el gobierno conservador de Panamá, reclamarán para su isla una nueva ley electoral y el reconocimiento del multipartidismo durante el foro de la sociedad civil organizado al margen de la cumbre. Barack Obama participará en ese foro.

Los antigubernamentales venezolanos se harán oír también. Mitzy Capriles y Lilian Tintori, esposas respectivas de los opositores Antonio Ledezma, alcalde de Caracas, y Leopoldo López denunciarán la situación de sus maridos encarcelados.

Presentando sus requerimientos en la capital panameña, 28 organizaciones internacionales piden a la Venezuela presidida por Nicolás Maduro que cese de “intimidar y hostigar” a los defensores de los derechos humanos y 19 ex-presidentes latinoamericanos reclaman la liberación de los “prisioneros políticos” venezolanos.

El foro de la sociedad civil está “manipulado” por Estados Unidos, estima el profesor universitario panameño Olmedo Beluche, uno de los organizadores de otro evento paralelo, la Cumbre de los Pueblos, destinada a contrarrestar el tumulto de los disidentes cubanos y opositores venezolanos.

La esencia de la Cumbre de las Américas

Manteniendo así una presión sobre Cuba e intensificándola sobre su principal aliado regional, Venezuela, declarado “amenaza extraordinaria e inhabitual para la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos” en un decreto que firmaba el 9 de marzo, Barack Obama busca tal vez contener la oposición de la mayoría parlamentaria republicana al lento restablecimiento de plenas relaciones con La Habana.

Pero más allá de tácticas de uso doméstico, el presidente Obama parece querer recuperar la esencia misma de la institución de la Cumbre de las Américas, materializada a iniciativa de Estados Unidos bajo la presidencia de Bill Clinton, en 1994 en Miami.

Durante esa primera cumbre, en la que Cuba estaba excluida, los 34 jefes de Estados de los otros países de las Américas aceptaron, además del reforzamiento de la democracia, un objetivo estratégico para Washington: la creación progresiva del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). De Alaska a Tierra de Fuego, debía constituir un mercado de 850 millones de habitantes.

Esta ambición fue torpedeada en la IV Cumbre de las Américas, en 2005 en Mar del Plata (Argentina). La oposición y la influencia de los presidentes venezolano y argentino, Hugo Chávez y Néstor Kirchner, así como las ambiciones regionales de Brasil significaron el fin del proyecto del ALCA, defendido entonces por el presidente estadounidense George W. Bush.

Influencia regional de Estados Unidos amenazada

En las dos Cumbres de las Américas siguientes, la V en 2009 en Puerto España (Trinidad y Tobago) y la VI en 2012 en Cartagena (Colombia), Estados Unidos estaba ya representado por Barack Obama.

Ninguna de estas dos cumbres pudo emitir un comunicado final. La exclusión de Cuba exigida por Estados Unidos y el embargo impuesto a la isla por Washington desde 1962 fueron la causa principal de la falta de consenso.

En Cartagena, la casi totalidad de los presidentes latinoamericanos, incluido el conservador colombiano Juan Manuel Santos, aliado privilegiado del Pentágono, llegaron incluso a amenazar con una negativa de participación de su país en las próximas Cumbres de las Américas si Cuba continuaba proscrita.

La institución de la Cumbre de las Américas, y con ella la Organización de Estados Americanos (OEA) que la da cobertura desde Washington, estaban así amenazadas de insignificancia, o incluso de desaparición, sin un cambio de postura de la Casa Blanca en relación a Cuba.

La influencia regional de Estados Unidos, ya en retroceso bajo el empuje de la Unión Europea, de China y de una progresiva concertación latinoamericana, arriesgaba un derrumbe igual de ”histórico” que la actual apertura cubano-estadounidense.

La relación es pues estrecha, entre, de una parte, esta apertura y la primera participación de Cuba en la Cumbre de las Américas, y, de otra parte, la supervivencia de este tipo de cumbre y de la OEA, así como de las ambiciones regionales estadounidenses asociadas.

Frente a Washington, América Latina apoya también a Venezuela

Levantando su prohibición a la integración de Cuba a la más alta instancia de concertación interamericana, Washington ha reabierto en el continente vías de diálogo políticas y económicas que una solidaridad latinoamericana inesperada le cerraba gradualmente.

Para John Kerry, el jefe de la diplomacia estadounidense que acompañará a Obama a Panamá, ha llegado la hora de “liderar esfuerzos colectivos hemisféricos para avanzar en nuestros compromisos compartidos con la democracia, los derechos humanos y el desarrollo económico inclusivo”, según los términos del Departamento de Estado.

Esta visión de liderazgo estadounidense, así como el tema de esta VII Cumbre de las Américas, “Prosperidad con Equidad”, recuerdan las ambiciones de la primera cumbre de Miami. Que se hable de pronto del ALCA, aunque sea con otro nombre, extrañaría poco.

Pero desminado el obstáculo cubano, queda el obstáculo venezolano. La subsecretaria de Estado estadounidense para América Latina, Roberta Jacobson, ha reconocido su “decepción” frente al apoyo al presidente Nicolás Maduro por parte de las principales organizaciones regionales latinoamericanas en reacción al decreto de Obama calificando a Venezuela de “amenaza extraordinaria e inhabitual para la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos”.

“Estados Unidos no cree que Venezuela represente una amenaza para nuestra seguridad nacional”, acaba de rectificar oportunamente uno de los asesores de la Casa Blanca, Ben Rhodes.

De camino hacia Panamá, Barack Obama hace no obstante una parada en Jamaica, para intentar allí contrarrestar, este 9 de abril, la petro-diplomacia venezolana. Caracas ofrece su petróleo en condiciones ventajosas a 17 países reagrupados en el seno de Petrocaribe.



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