MADRID / PANAMA, 13 abril 2015 (LatinReporters.com) - “Histórica”, la reconciliación entre Washington y La Habana simbolizada por los presidentes Barack Obama y Raúl Castro en la VII Cumbre de las Américas, el 10 y 11 de abril en Panamá, es no obstante tributaria de una consolidación en tres escenarios distintos: Cuba, Estados Unidos y América Latina.
A primera vista, el paisaje cubano parece propicio a esta consolidación. “Todos (los diez anteriores presidentes de Estados Unidos) tienen deudas con nosotros, pero no el presidente Obama”, que es “un hombre honesto” y con una “forma de ser que obedece a su origen humilde”, lanzaba Raúl Castro en la asamblea plenaria de la cumbre.
En las calles de La Habana, el primer cara a cara, de más de una hora, entre jefes de Estado de los dos países desde 1956 ha levantado un optimismo palpable unido a las expectativas de mejora de la situación económica.
Pero “el presidente cubano expresó (a Barack Obama) que es necesario eliminar las políticas de EE.UU. que afectan directamente al pueblo cubano y que están dirigidas a promover cambios en el sistema político y socioeconómico del país”, ha revelado el ministro cubano de Asuntos Exteriores, Bruno Rodríguez.
Y si Jeb Bush se instalase en la Casa Blanca?
Esta bofetada indirecta a la disidencia complicará la consolidación de la reconciliación en Estados Unidos donde, a pesar de la aprobación mayoritaria de la población, Barack Obama está confrontado a los enemigos de su apertura que son los elegidos republicanos, dueños del Congreso.
Sin su acuerdo, que ellos rechazan, no habrá levantamiento del embargo estadounidense que golpea a Cuba desde 1962 y que, según La Habana, es el principal obstáculo a una verdadera normalización bilateral.
“Obama se reunió con Castro, pero rechazó reunirse con (el primer ministro israelí Benjamin) Netanyahu. Por qué legitimar un dictador cruel de un regimen represivo?”, ha escrito en su cuenta Twitter el ex-gobernador republicano de Florida Jeb Bush, hermano del ex-presidente George W. Bush y posible candidato a la elección presidencial de 2016.
El senador republicano Marco Rubio, otro eventual candidato presidencial, está en la misma onda. Quid de la reconciliación si uno de ellos se instalase en la Casa Blanca?
Fin de la injerencias? Eso depende del punto de vista
En cuanto a América Latina considerada en su conjunto, habría podido apreciar esta frase clave de Barack Obama: “El tiempo en el que considerábamos tan a menudo que Estados Unidos podía realizar con impunidad injerencias (en la región) ha terminado”.
Pronunciado en el Foro de la sociedad civil que precedía a la cumbre, esta profesión de fe era no obstante inmediatamente explicitada así por el presidente estadounidense:
“Lo que significa es, y tenemos que ser muy claros, que cuando hablamos en nombre de alguien que ha estado encarcelado por la única razón de que dijo la verdad al poder, cuando ayudamos en un país a una organización que intenta apoyar a un grupo minoritario, no lo hacemos para satisfacer nuestros propios intereses, lo hacemos porque creemos que es lo que se debe hacer”.
Así, reivindicación a pesar de todo por Barack Obama de un derecho a la injerencia, bajo una óptica democrático-humanitaria, que no invoca en relación a Gaza, Arabia Saudí, Egipto, China, etc.
La presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, replicó en la asamblea plenaria que si las "interferencias" militares estadounidenses en la región son parte de la historia, "han surgido nuevas formas más sutiles de intervención e influencia hacia nuestros Gobiernos".
Añadió que estos "golpes suaves" utilizan "medios masivos de comunicación, multinacionales, denuncias falsas, asociaciones caprichosas de Estados con otros Estados. Son más sutiles, más sofisticados pero no dejan de ser intervenciones".
Cumbre sin declaración final, a falta de consenso sobre Venezuela
Una visión relativamente similar empujó a la casi totalidad de los 33 jefes de Estado latinoamericanos y del Caribe presentes o representados en la cumbre, incluido Raúl Castro, a criticar delante de Barack Obama su decreto del 9 de marzo que sanciona a personalidades venezolanas por presuntos atentados a los derechos humanos y califica a Venezuela de “amenaza extraordinaria e inhabitual para la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos”.
El presidente boliviano, Evo Morales, se quejó abiertamente del veto de dos países, Estados Unidos y Canadá, para impedir la aprobación de una declaración final en la cual, según él, los otros 33 países participantes en la cumbre rechazaban ese decreto “que amenaza no solo a Venezuela, sino a toda América Latina y el Caribe”.
Las dos Cumbres de las Américas anteriores, en 2009 en Puerto España (Trinidad y Tobago) y en 2012 en Cartagena (Colombia), donde Estados Unidos estaba ya representado por Barack Obama, habían sido clausuradas también sin declaración final. La exclusión de Cuba y el embargo impuesto a la isla por Washington fueron entonces la causa principal de la falta de consenso.
Desminado el problema de Cuba, que acaba de participar por primera vez en la Cumbre de las Américas, ¿podría Venezuela obstaculizar “el giro para el conjunto de la región” que Barack Obama asocia a su reconciliación con La Habana?
Quiźa no, pero por si caso, el inquilino de la Casa Blanca ha reconocido ante sus colegas que Venezuela no es una amenaza para Washington y se ha avenido a un encuentro informal con el presidente venezolano, Nicolás Maduro.
Positiva y portadora de esperanza, sobre todo para los cubanos, la VII Cumbre de las Américas confirmó no obstante que décadas de intervencionismo americano no están todavía olvidadas. “Debemos ser pacientes, muy pacientes”, ha recomendado Raúl Castro.