MADRID / BARCELONA, 5 de agosto de 2015 (LatinReporters.com) - Las elecciones regionales legalmente convocadas en Cataluña para el 27 de septiembre serán de hecho, con el disgusto de Madrid, un plebiscito sobre la independencia de una rica región del tamaño de Bélgica y de 7,5 millones de habitantes.
La apuesta del presidente de Cataluña, Artur Mas, esta lejos de ser ganada. Pero la evolución de su desafío independentista, después del referéndum simbólico ilegal de noviembre de 2014, hace no obstante resonar la alarma en el resto de España.
Este desafío es una de las principales “amenazas” para la recuperación económica del país, admite Mariano Rajoy, jefe del gobierno español y presidente del Partido Popular (PP, derecha).
Lista unitaria para la independencia
Rajoy pretende sin embargo que “no habrá independencia de Cataluña” y también “que no habrá elecciones plebiscitarias, porque la ley lo prohibe”.
El cortafuegos jurídico de Madrid es no obstante aleatorio. La ley no podía en efecto impedir la convocatoria de las elecciones catalanas del 27 de septiembre, y como señala la vicepresidenta catalana Neus Munté, es desde el punto de vista político que el escrutinio tendrá un “carácter plebiscitario”.
Esta opinión es apuntalada por el frente común que los partidos nacionalistas e independentistas, superando sus divisiones, han formado en julio en la perspectiva de las regionales.
Su lista, “Junts pel Sí” (“Unidos por el sí”), reúne a las dos principales fuerzas políticas catalanas – el partido de Artur Mas, Convergencia Democrática (CDC, conservador) y Esquerra Republicana (ERC, izquierda), así como influyentes asociaciones nacionalistas que han organizado manifestaciones masivas en los últimos años.
¿Que tipo de mayoría?
Con el apoyo del pequeño partido anticapitalista CUP, también independentista, el bloque separatista cuenta con conseguir la mayoría absoluta del Parlamento regional, suficiente, según algunos de sus miembros, para decir adiós a España entre nueve y dieciocho meses después del voto del 27 de septiembre.
Pero a fin que “los resultados (electorales) sean claros a los ojos del Estado (español) y de la comunidad internacional”, como lo desea Neus Munté, una mayoría en escaños sería política y moralmente insuficiente si no fuera acompañada de una neta mayoría absoluta en votos del frente independentista.
A este respecto, Mariano Rajoy sería tal vez el primero en reivindicar el carácter plebiscitario que rechaza hoy en el escrutinio si la mayoría de los votos fuera conquistada por los partidos “españolistas”.
Varios ministros de Rajoy han evocado la posibilidad de utilizar el artículo 155 de la Constitución española, que permite suspender la autonomía de una región si viola la ley. Los independentistas han respondido que si se llega a ese extremo, declararían de inmediato la secesión.
Acontecimientos graves, eventualmente violentos, no se podrían por tanto excluir. La Unión Europea debería lógicamente preocuparse. Por ahora, repite públicamente, como Mariano Rajoy, que una Cataluña independiente ya no pertenecería a la UE.
La importancia de Podemos
Paradójicamente, España debería tal vez su salvación a la nueva izquierda, encarnada principalmente por el partido anti-austeridad Podemos, que Rajoy califica sin embargo de “populista”.
El pasado mayo, a costa de un retroceso nacionalista, la alcaldía de la capital catalana, Barcelona, fue al igual que la de Madrid conquistada por una plataforma ciudadana sostenida por Podemos.
Relativizando el debate identitario catalán, difuminándolo en el debate socio-económico, este nuevo tipo de coalición, que ha desviado una franja del electorado separatista, se presentará también a las regionales del 27 de septiembre. Su mensaje denuncia la austeridad y la corrupción que caracterizan tanto el CDC de Artur Mas como el PP de Mariano Rajoy.
Y si el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, reconoce a los pueblos de España “el derecho a decidir”, se guarda de pronunciarse a favor de su independencia.