CARACAS, 30 nov. 2015 / actualizado el 4 dic. 2015 (LatinReporters.com) - Las elecciones legislativas del 6 de diciembre en Venezuela son cruciales para el futuro del presidente Nicolás Maduro y para el chavismo, que podría perder por primera vez desde hace 16 años su mayoría en la Asamblea Nacional.
Aunque en estos comicios no está en juego la presidencia del sucesor de Hugo Chávez, ya que Maduro fue elegido para el período 2013-2019, un triunfo de la oposición le arrebataría el control parlamentario en asuntos claves como la designación de los miembros del Tribunal Supremo y del Consejo Nacional Electoral, la aprobación de los presupuestos, la autorización para los viajes al extranjero del presidente e incluso la amnistía de los “prisioneros políticos”, prometida por los antichavistas en caso de victoria.
La oposición favorita del escrutinio
La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que agrupa a 25 partidos opositores de izquierda, de centro y de derecha, es favorita según los sondeos, con entre diez y treinta puntos de diferencia sobre el chavismo, liderado por el gubernamental Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que preside Nicolás Maduro.
La oposición necesita sin embargo un margen de victoria en votos lo más amplio posible para lograr la mayoría absoluta en el parlamento unicameral, porque el diseño de los distritos electorales favorece las zonas rurales y menos habitadas, donde tradicionalmente ha ganado el chavismo.
En las legislativas de 2010, la coalición gobernante obtuvo una mayoría absoluta con 98 de los 165 escaños, aunque perdió la mayoría cualificada de dos tercios necesaria para la aprobación de leyes fundamentales llamadas orgánicas. La opositora MUD logró entonces 33 diputados menos que el chavismo, aunque la diferencia de votos no llegó al 1 por ciento (47,2% frente al 48,1 %).
Respeto o no del veredicto de las urnas
Maduro advirtió de que si este 6 de diciembre gana la oposición, “no entregaría la revolución” y que gobernaría con el pueblo en una “unión cívico-militar”.
Precisaba, el primero de diciembre en la televisión, “que si hubiera un resultado adverso (…) nos iríamos a la calles a luchar, a pelear, a defender, a hacer la revolución ahora desde la calle con más fuerza”.
Paradójicas viniendo de un jefe de Estado , estas declaraciones que arrojan dudas sobre la aceptación del resultado electoral inquietan a los adversarios del régimen y a numerosas cancillerías.
Sin embargo, la oposición tampoco tranquiliza. Alegando dudas sobre la neutralidad del Consejo Nacional Electoral, pero también de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), ha rechazado suscribir los compromisos de respeto del veredicto de las urnas propuestos sucesivamente por estas dos instituciones.
Al igual que la elección de Nicolás Maduro en las presidenciales de 2013, una eventual nueva victoria del chavismo arriesgaría pues de ser contestada, con más razón esta vez por ser inesperada.
Violencia mortal
En plena campaña electoral, la muerte a tiros el 25 de noviembre durante un mitin del dirigente local de la opositora Acción Democrática Luis Manuel Díaz ha levantado condenas internacionales. “El asesinato de un dirigente político es una herida de muerte a la democracia”, afirmó el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el uruguayo Luis Almagro.
La oposición atribuye el crimen al oficialismo y denuncia un acoso intimidatorio a sus candidatos, mientras que el gobierno dice que la muerte de Díaz se debió a “un ajuste de cuentas entre bandas rivales” de delincuentes.
La detención en febrero de 2014 y condena a más de 13 años de cárcel del líder del partido de oposición Voluntad Popular, Leopoldo López, acusado de incitar a la violencia en las manifestaciones contra el gobierno de Maduro en las que murieron 43 personas, también ha sido rechazada por muchos dirigentes internacionales y polarizó aún más al país.
Uno de los fiscales del caso, Franklin Nieves, huido de Venezuela, denunció que el juicio de López fue “una farsa”.
Chavismo en dificultades
El chavismo se enfrenta a su momento más difícil, consideran algunos analistas, con la aprobación ciudadana a Nicolás Maduro que apenas llega al 22 por ciento, 29 puntos menos que en las elecciones presidenciales de abril de 2013, según un sondeo de Datanálisis.
Habría convencido sin embargo a numerosos indecisos al final de la campaña agitando el riesgo de supresión, por la oposición, de servicios sociales del chavismo.
La escasez de productos básicos, la fuerte inflación (más del 100% en 2015 según el FMI) y altos índices de inseguridad en las calles son factores que citan los venezolanos, al calificar en una proporción del 92 % la situación del país como “mala”, señala la encuestadora Datanálisis.
El desplome desde 2014 en más del 50 % del precio del petróleo, principal producto de exportación y de entrada de divisas, ha reducido dramáticamente el margen de maniobra del gobierno de Maduro.
Nombrado su heredero por el presidente Hugo Chávez (1999-2013) carece del carisma y el instinto político del impulsor de la “revolución bolivariana” en el continente americano.
El presidente de Datanálisis, Luis Vicente León, afirma que la gestión del difunto Chávez es aprobada todavía por un 58 % de venezolanos. "Este es un país chavista 'arrecho' (molesto) con Maduro", estima León. Una apreciación que podría incitar a la oposición, unida contra el chavismo pero muy dividida ideológicamente, a gestionar con prudencia su eventual victoria.
¿Crisis institucional?
El Consejo Nacional Electoral autorizó la presencia en los comicios legislativos de observadores de Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), pero rechazó misiones de la OEA, la Unión Europea o el Centro Carter.
El triunfo el 22 de noviembre del conservador Mauricio Macri en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Argentina alentó a la oposición venezolana por el apoyo de un nuevo aliado importante en la región.
Macri confirmó que solicitará el 21 de diciembre en la cumbre presidencial de Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela) la exclusión temporal de Venezuela de esta organización por “la persecución” de adversarios políticos del chavismo.
En conclusión, un triunfo de la oposición en las elecciones legislativas en Venezuela podría enfrentar la presidencia de la República a la Asamblea Nacional, es decir el ejecutivo al legislativo, con la consiguiente crisis institucional de imprevisibles consecuencias.