Bolivia, Nicaragua, Venezuela: el núcleo duro de la izquierda latinoamericana bajo presión
América Latina / España - Elecciones 2016 : calendario y análisis
I. CALENDARIO ELECTORAL 2016
II. PRUEBAS DE RESISTENCIA DEL NÚCLEO DURO DE LA IZQUIERDA LATINOAMERICANA
por Christian GALLOY, director de LatinReporters.com MADRID, 27 de enero de 2016 – Referéndum constitucional en Bolivia, elecciones presidenciales y legislativas en Nicaragua y elecciones regionales venezolanas medirán en 2016 la capacidad de resistencia del núcleo duro de la izquierda latinoamericana tras los reveses sufridos en 2015 en las presidenciales en Argentina y en las legislativas en Venezuela. Bolivianos, nicaraguenses y venezolanos, ciudadanos entusiastas o no de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, la ALBA fundada por Fidel Castro y Hugo Chávez, confirmarán o rechazarán con su voto lo que medios conservadores y centristas llaman “el fin del ciclo populista en América Latina”, como si solo la izquierda navegara en el llamado populismo. Se trata de hacer pasar de dos a tres los mandatos presidenciales consecutivos autorizados por la Carta Magna de 2009. Una victoria del sí autorizaría a Evo Morales a optar de nuevo al poder en las presidenciales de 2019 para conservarlo, en su caso, hasta enero de 2025. En esa fecha, el presidente amerindio de Bolivia habría gobernado sin discontinuidad durante diecinueve años a lo largo de cuatro mandatos consecutivos, pero su primera investidura, en enero de 2006, no es tenida en cuenta por la Constitución de 2009, que instauraba “el Estado unitario social de derecho plurinacional comunitario”. El voto del 21 de febrero “es el mayor riesgo para Morales pues esta vez no se enfrenta a la oposición boliviana débil y atomizada, sino a sí mismo”, estima la analista Lorena Cantó. A pesar de un balance económico y social globalmente positivo, Evo Morales, que acaba de celebrar sus diez primeros años de presidencia, debe en efecto superar la usura natural del poder, acentuada por la ambición de perpetuarse. Su política social está además amenazada por la caída del precio del gas, principal producto de exportación boliviano, tras el hundimiento de los precios petroleros mundiales. Morales debe también afrontar el efecto de los escándalos de corrupción que han salpicado recientemente su gobierno, la pérdida del apoyo de varios sectores indígenas y las acusaciones de autoritarismo estimuladas por el renacimiento, duradero o no, de la derecha en Argentina y en Venezuela. El presidente boliviano ha prometido librar “una dura batalla” contra el resurgimiento de los modelos económicos “que saquean” América Latina. Pero a finales de este enero, sondeos contradictorios mantienen la incertidumbre sobre su continuidad hasta 2025. Predicen tanto la victoria del sí como la del no en el referéndum del 21 de febrero. Ortega asumiría entonces un cuarto mandato de cinco años, de ellos tres consecutivos, e incluso un quinto si se contase, de 1979 a 1985, sus años de coordinador de la Junta de gobierno de reconstrucción nacional puesta en funcionamiento tras la caída del dictador Anastasio Somoza. Una revisión constitucional, instaurando como en Venezuela la reelección presidencial continua sin limitación del número de mandatos, ha permitido, desde la elección de 2011, esta longevidad de Daniel Ortega. Las ayudas sociales gestionadas por el aparato sandinista, una seguridad ciudadana muy superior a la media centroamericana y la estabilidad económica, sostenida especialmente por los inversores extranjeros, contribuyen a la aparente popularidad del actual presidente. Aunque criticado por la oposición y por los ecologistas y suscitando el escepticismo de economistas a la vista de la ralentización económica de China, el proyecto de construcción en Nicaragua por una sociedad china de un canal interoceánico que uniría el Atlántico al Pacífico permite al gobierno dejar entrever a los electores un futuro crecimiento anual de más del 10 %, garantía de cientos de miles de nuevos empleos. Pero tomando nota de la derrota, en las legislativas venezolanas del pasado diciembre, de los aliados chavistas de Daniel Ortega frente a la oposición unida a pesar de sus diferencias ideológicas, la oposición nicaraguense intenta también enfrentar unida al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, gubernamental). El Movimiento Renovador Sandinista (MRS, disidencia sandinista de centro izquierda) se ha unido a la emergente Coalición Nacional para la Democracia que quiere dirigir en las elecciones presidenciales y legislativas del 6 de noviembre el líder del Partido Liberal Independiente (PLI, centro derecha) el diputado y ex-candidato presidencial Eduardo Montealegre. La fecha del escrutinio no se ha fijado todavía oficialmente. Observadores la sitúan en diciembre. De aquí a entonces es posible que la oposición intente convocar un referéndum para revocar al presidente Maduro, elegido para el período 2013-2019. Su eventual caída desembocaría lógicamente en una elección presidencial anticipada. El nuevo presidente de la Asamblea Nacional, el socialdemócrata Henry Ramos Allup, reafirmó abiertamente, el 5 de enero ante los parlamentarios, el objetivo de la oposición de proponer “en un plazo de seis meses” una vía constitucional para forzar la salida de Nicolás Maduro. Pero, bajo reserva de este asalto anunciado al poder presidencial, las elecciones regionales serán el próximo test global del sentimiento político de los venezolanos. Un nuevo triunfo de la oposición reagrupada en el seno de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) confirmaría el declive del chavismo y reduciría al mínimo la autoridad del presidente Maduro, tanto a los ojos del país como de sus propios seguidores. Por el contrario, una victoria incluso estrecha del PSUV gubernamental obligaría a revisar la teoría del “fin del ciclo populista en América Latina”. Con mayor razón si Evo Morales ganase su referéndum en Bolivia y Daniel Ortega las presidenciales en Nicaragua. La gestión de la economía, actualmente hundida en Venezuela, y sus consecuencias sociales, serán decisivas en los tres países. Pues, con 32 a 35 % de las intenciones de voto al principio de la campaña electoral, la favorita no es otra que Keiko Fujimori, hija del ex-presidente autoritario de ascendencia japonesa Alberto Fujimori, encarcelado en Lima desde septiembre de 2007 y condenado por corrupción y crímenes contra la humanidad. En 2011, Keiko concedía en la segunda vuelta una corta victoria a Ollanta Humala, presidente saliente, a quien la Constitución impide solicitar un segundo mandato consecutivo. Hoy, la principal incógnita es saber quien acompañará a Keiko en la segunda vuelta. Entre los otros 18 candidatos, citamos, por orden regresivo a su popularidad actual, César Acuña, riquísimo hombre de negocios y ex-gobernador del departamento La Libertad, el ex-primer ministro Pedro Pablo Kuczynski, el ex-presidente Alan García (eterno resucitado), el economista Julio Guzmán y el ex-presidente Alejandro Toledo. Ninguno de ellos y menos todavía Keiko Fujimori, que les aventaja con al menos 20 puntos, haría de Perú un bastión de la izquierda. Incluso el presidente saliente Ollanta Humala, inicialmente considerado como próximo a Hugo Chávez, lo ha evitado. Vascos y gallegos volverán necesariamente a las urnas el próximo otoño para renovar su Parlamento regional. Última hora - Los españoles tendrán que volver a las urnas por segunda vez en seis meses después de que el rey Felipe VI convocara, el 3 de mayo, a elecciones legislativas para el 26 de junio ante la incapacidad de los partidos para formar gobierno. |